Ahora

 

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La predisposición a apreciar el valor de las cosas terminó por cambiar su punto de vista, antes él era el varón que aparecía escondido detrás de su esposa falo.

Todo tiempo pasado fue más inocente; la juventud se edifica sobre expectativas.

Cuesta mucho hacer apuestas para toda la vida, como mucho me conformo con aceptar que puedo contar con estar conmigo mismo por lo que me resta de tiempo, al menos hasta que soportarlo sea tolerable, viviendo la madurez como el que disfruta de la última cena en el corredor de la muerte.

 

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“Llenos de filtros, habitaban la Sociedad Editada”.

Ulises Panchaki.

 

Invento algo, cada vez que abro los ojos dejo escapar parte de mí; ¿y si el resultado del paso del tiempo en nosotros se pudiera pesar?; ¿es la historia el poso resultante de la interactuación de las entidades existentes, el conjunto de todas ellas, pretéritas?; el pasado, a pesar de todo, se experimenta en el presente y se despliega hacia el futuro, lo mancha y lo invade; solo existe el pasado y lo único que hacemos es releerlo.

En su particular discurrir, la obra de ese escritor consistía en pretender que cada verso alcanzase el nivel de perfección que tras su declamación banalizase al inmediatamente anterior, muy en el espíritu de los tiempos del palo selfi, manteniendo al lector en una ola tubo surfeando un síndrome de Stendhal que embargando sus sentidos le aupará a un orgásmico nirvana.

Eso era el pop; obrillas de apenas tres minutos, de machacones acordes y bobas letras, lanzadas al espacio sonoro por medio de aparatos transistores, gracias a cuya promoción los intérpretes realizaban apostólicas peregrinaciones, congregando prosélitos que en comunión oraban celebrando la fe descafeinada y residual de los cánticos de esclavos en la plantación.

Ahora la democracia había dispuesto a través del sufragio universal la esclavitud; todos tenían derecho a su parcela de sometimiento, a sus cadenas y a su deuda perpetua, todo en perfecta y legítima libertad; es el mercado, amigo.

De pronto, se creía digna representante de los valores judeocristianos, baluarte de la monogamia, la avara anapatriciabotín de la culpa; lo que le permitía portar esa mirada por encima del hombro era en realidad su capacidad innata para faltar al primer mandamiento, la soberbia de no amar al otro por encima de todo; el respeto que se profería no guardaba simetría en el prójimo.

Los padres; a mis diecisiete años y si no fuera debido a que sufragan todos mis gastos, todo apunta a que ya constituyen una carga a mis espaldas. Más allá del irrefutable hecho biológico de la reproducción, que dicho sea de paso me ha convocado a la esfera de la existencia, temporal, el papel de los progenitores pasa por embadurnar el libre albedrío de sus hijos, señalando los caminos llenos de baches por los que previamente ellos mismos se precipitaron; no hay mayor éxito que una equivocación, estas son la siembra de aquellas.

La familia, aquellos con los que compartimos un pasado infantil que proyecta hacia el futuro obligaciones contractuales consistentes en organizar el vacío administrativo dejado por uno tras la muerte.

  

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