Diverso monótono.

Como lector aspiraba a ver crecer la hierba, los brotes de la realidad que sobresalen de un discurso general que adopta la forma de un prado segado. 

La propiedad de los medios hace de embudo, manga pastelera que empalaga de merengue, por los aditivos y potenciadores de sabor sentimos el placer de saborear golosinas; la palatabilidad del excremento, la digestión del bienestar.

El ser humano apareció cuando este empezó a intervenir en la naturaleza, tratando su control y predictibilidad, el almacenamiento de sus frutos, igual que ahora hace con las conciencias como rebaño, se las educa pero dejando en barbecho su espíritu de contradicción, premiando el razonamiento que se dirige al consenso; bancos de peces que huyen del mar abierto hacia su hogar en la red del pescador. 

Se puede ser libre o seguro, pero no ambas cosas a la vez. En qué punto entre ambas discurre una biografía con interés de ser vivida sin morir en el intento, quizá sea el secreto, la alquimia de transformar plomo en oro, animal en persona, instinto en poesía, ficción en realidad, futuro en presente. 

La historia con mayúsculas se escribe en minúsculas, llena de faltas de ortografía y de casualidades. Es como la inspiración de un ser entrenado; todo está ahí dentro pero no sabes cuándo saldrá, un duende juguetón y escurridizo. 

La cultura, la educación y la poesía, el aburrimiento, son algunos de los ejemplos de las armas más peligrosas contra el poder establecido, siempre serán perseguidos con la intención de aniquilarlos. Nada convierte a uno más poderoso que la lectura, en ella se rompen las cadenas que nos atan al yugo de ser solo una perturbación del ADN, el alpinista que escala al pico de cada electrocardiograma. 

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