Vaubyssard.
Con su vida organizada en rutinas su futuro era un experimento en el que sintetizar el presente. Verás que la elección de sujetos sigue el propósito de servir a cada tarea predefinida. Así, la amistad es un subproducto resultante de cada rutina determinada, siempre subordinada a ocupar el lugar de lo que, de no estar esa persona cooptada de antemano, tendría el espacio asignado a una letra del alfabeto griego, una incógnita a la espera de ser despejada en la ecuación como fruto de la matemática consistente en el mero paso del tiempo. La paciencia desactiva todas las bombas de ansiedad, esperar hace que los problemas se resuelvan al desvanecerse convirtiéndose en otros nuevos, a una ola le sucede otra y así hasta perderse en la noche de los tiempos.
Los escritores, a pesar de las apariencias detrás de las que escondan su verdadera voluntad, tienen algo de seres condescendientes que desde el altillo en que divisan lo que creen que otros no, lanzan sus diatribas en oraciones de palabras bien ordenadas que describen conceptos de todos conocidos, aunque no estructurados en torno a un sujeto y un predicado, si no a un confuso conjunto de sensaciones, visiones y emociones que la evocación de algunos recuerdos provocan en esa compleja estructura que constituye el ser humano. Con sus libros sucumben al placer de enseñar lo listos que son; crean un especio desde la nada de su interior al que convocar el escrutinio de desconocidos que se buscan a sí mismos.
Todos somos un poco Madame Bovary en el baile del castillo Vaubyssard. Los chimpancés al menos no son tan pretenciosos de aspirar a darse cuenta de ello. No pierden el tiempo en cavilaciones del estilo “debo sacar al cubertería de la abuela para estos invitados” cuando en cuclillas dirigen fija su mirada hacia el eslabón perdido que les libra de esta vergüenza de intemperie del libre albedrío.
El poder depende del espacio, se necesita este para la expansión de aquel. Si el espacio se cierra las diferentes fuerzas entrarán en colisión y algunas serán expulsadas y tratarán de expandirse más allá, fuera del círculo que las oprime. Cuando no pueden salir de él y representan un número relevante es de esperar que estalle un conflicto por la representación del poder y su ostentación.
El hierático sueño burgués despertó la voluntad de poder del algoritmo, es como el albor del ADN, a pesar de lo que se espera siempre viene lo que debe ser. Saber leer la vida es aprender a escribirla, usar un código de rutinas que permiten la narración. La humanidad es la versión actual de ese Pigmalión que somos para disfrute de todo lo inanimado.
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