Hay Ai ahí
Los familiares nos miramos un poco como a un libro abierto, desde luego mucho más que a los que no comparten parentesco.
Cuando crees que lo sabes todo estás acabado; la sabiduría temprana augura un final precipitado.
Guardar silencio e invitar a que otros hablen es siempre más seguro, nunca más sencillo, por muchos motivos, ambas cosas.
Cada siguiente día nos depara un nuevo capítulo que representar. Uno puede afrontarlo con alegre sorpresa y con audacia.
Siempre puede haber un lugar para los corazones rotos y las almas afligidas, no hay por qué desesperar, todos tenemos derecho a la rehabilitación.
Las personas con experiencia conocen el camino, las jóvenes tienen ganas por andarlo, por conocerlo, ambas pueden tener ilusión, la edad no veda, todos podemos reconocer lo necesario y pertenecer al conjunto de los que hacen falta para avanzar en el progreso de conformar un espacio mejor, con calma, paciencia y comprensión.
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