Ovejas.

¿Si la vida es determinismo, es la consciencia lo que convierte a los actos en destino biográfico? Es muy posible que esto que llamamos la consciencia de los humanos sea un rasgo evolutivo que el resto de las especies obvió, quizá porque en realidad, no lleva a ningún lugar privilegiado. La consciencia conlleva ansiedad, implica el reconocimiento de la precariedad y premura, de lo diletante del comportamiento de las personas remedando lo divino. El bienestar se consigue desandando y reencontrando lo instintivo y animal que arde en nosotros. Reconociendo lo inmediato que sin pensarlo construye el futuro. Deshilando el constructo de prejuicios que nos gobierna en sistemas organizativos encorsetados. Decreciendo hasta llegar a las esencias que nos hermanan intuitivamente. Acompañado al aire en el recorrido por el que entra y sale de ti reflexiona sobre la enorme losa cultural que solo intelectualmente condiciona la próxima inhalación que realices. En la quietud de tu respiración nada puede afectar tu sosiego. Descubre esa vida que en soledad te habita, de la que eres representación. Abraza esa ingenuidad que huye de sí empujada por eso que llamamos personalidad. Regresa al seno de la naturaleza, al tiovivo del mundo que te gira, al universo estrellado del que nos llegan brillos de millones de años luz de distancia. Soñar es de pobres. Sueña el mendigo bajo la lluvia con un paraguas y el rico en un atasco al sol con un trago de agua fresca; sueña la muerte con nacer, con ser entendida y no temida. La belleza de lo sencillo necesita de la mano del poeta, su mirada compleja pasea los versos por el mundo de los cuerdos en el recreo que su trastorno le brinda lucidez. La pureza de lo simple es el oro colado por el espíritu asceta. Lo prístino crece en lo limpio de convenciones. Ella me recomendó un libro, lo leí y no me gustó. No era lo único en que coincidíamos, ella me gustaba a mí y yo no a ella. 

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