Hamlet.

Somos ondas. Las verdaderas obras de arte lo son por ser ajenas a la transitoriedad, tienen que ver con el concepto de lo eterno. Es lo que nos deslumbra de su belleza, siempre estará disponible sin merma a pesar del paso del tiempo, sin necesidad de mudanza. No necesitan renovarse, no mueren. La energía que nos trasmiten no se crea ni se destruye, tampoco se transforma. Lo inevitable es cuestión de tiempo. No tiene sentido huir de lo inevitable pues habita en nosotros y somos parte de ello, lo inevitable nos retrotrae al origen natural de las cosas salvando el abismo que separa a uno de otros. Somos los latidos de lo inevitable. El destino es inevitable. Ser o no ser es inevitable. El lenguaje es el rastro de la eternidad. La literatura es Dios, lo que en ella vemos es reflejo de nuestra apariencia, representación eterna del ser en sí. Para transmitir un gran amor se requiere del tránsito por un gran sufrimiento. Solo se puede ser de verdad algo si previamente se ha sido lo contrario. No se puede pretender ser aquello para lo que no se practica. Para reconocer la belleza se debe entrenar. 


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