Freud & Nietsche
Existe una teoría que atribuye al ser humano una función específica dentro de un complejo de mayor ámbito. Así, la evolución habría dado un salto en el que una especie dominante entendió que para prosperar debía existir en sociedad y la base de esta conciencia partía de la capacidad por contener sus impulsos instintuales lo que conlleva el nacimiento de un malestar como consecuencia de subordinar la insatisfacción producida por moderar, templar o reprimir los deseos ante el beneficio de vivir en sociedad. Ese malestar engendrado, en la medida en que no se transforme en violencia, es lo que da nacimiento y constituye la Cultura. El ser humano construye la Cultura, entendida como todo lo que somos y todo en lo que somos, a partir del malestar provocado por la represión consciente de los instintos en beneficio de vivir con sus semejantes y así mejor satisfacer las necesidades mediante el empleo y administración económica de bienes escasos. Una parte especial de la cultura es el arte, por medio del cual el humano haciendo síntesis de la cultura a la que ha tenido acceso crea una obra fruto de la sublimación de sus deseos no atendidos y a través de ella, su ser y el de sus congéneres experimentan una sensualidad que les remite a experiencias pasadas. Esta rememoración de sensaciones pretéritas hace que el arte tenga valor universal puesto que al traerlas al presente opera la magia de, al menos por unos instantes, hacernos sentir fuera del corsé del tiempo y por ello, inmortales. La función específica a la que hacía mención al principio, atribuida por una teoría de pueblos remotos, viene a explicar a la humanidad como el órgano perteneciente a la Inmortal Voluntad de la Vida al que se le encarga la transformación de todo ese malestar fruto de la represión consciente, en toda la cultura que así, siguiendo los mismos principios químicos y biológicos que enuncian que de la interacción de distintos elementos se produce una reacción y, en definitiva, se crea energía, la cultura histórica, entendida como toda aquella que la humanidad ha acumulado y registrado por medio del lenguaje, la música, la pintura y, en general, por todas las expresiones culturales y artísticas con capacidad de ser entregadas a una siguiente generación, al margen de la codificación genética. Según esa teoría, la humanidad sería la batería o acumulador en que almacenar toda esa energía, la Cultura y el Arte, esa parte especial que la hace trascender e interpretado por una sola persona y como operando la magia, lo convoca al altar de los mismísimos Dioses para que en un instante sea infinito e inmortal.
Comentarios
Publicar un comentario