Mañana

 No temer las alturas, haber sentido vértigo. El ritmo de la rima en el poema, el latido en su ciclo. La cultura es la viabilidad del malestar. El hombre un primate angustiado. A la esperanza se llega por la confianza. El miedo siempre es al futuro. Las rutinas reconducen lo próximo. Las rutinas son a la vida lo que la rima a los versos. Dan credibilidad al presente ¿Qué soy yo? Todavía no. 

Si la música no me serenase, o el duende de la imaginación no se dejase atrapar en una frase, si no sé pintar ni mirar lo que no se mueve, quizá mañana mejor, vendrá la inspiración, como viene siempre, sin avisar. Se escribe para mañana leer y recordar lo de ahora.

El rebrillo vespertino abraza las azoteas de mi ciudad, fotones a su velocidad deslumbran la retina que se fija en el mecer de las hojas de un ficus que la brisa marina de septiembre invita a bailar al son de un piano que trae al oído a Beethoven construyendo paisajes que imaginar tumbado en el sofá del salón del hogar de algún lugar. 

En la soledad debes encontrarte. La atención es la sabiduría, el silencio te dice quién eres a través de lo que no eres. Eres el que disfruta la sonata que se escucha, no eres el ruido de la gota de agua al romper. ¿O sí? ¿ Qué eres? ¿Qué serás?

¿Cómo saber si me lees? ¿Cómo mirar a tus ojos mientras tú me auscultas ahora? ¿Cómo validar que alguien siente algo al pasear por mi interior y mis sentimientos? Ahora no. Siempre habrá un juicio final, el del último en llegar. No se contesta a un libro, no se contesta al eco, no se contesta a la música. Uno solo se deja acompañar. Y la imaginación hace todo lo demás. 

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