La ramas bailan con la brisa.
“He tenido la sensación de estar perdiéndome muchas cosas y todas ocurrían dentro de mí”.
Ahora es lo próximo de antes, pensar en ello ayer no me hizo viajar en el tiempo, lo saltos cuánticos siempre ocurren en el presente, los electrones no juegan a los dados, es la ley del azar la que gobierna el libre albedrío que discurre por el laberinto del determinismo, un plano inclinado sobre el que el líquido es derramado.
La juventud es un ave que bate la alas, siempre migrando, persiguiendo la puesta de sol, nosotros que la vimos partir, nosotros, su destino, temprano madrugar y anochecer, un público de estrellas en la oscuridad asisten a la representación infinita, luz crepuscular que en su descomposición cromática comprende y enseña la burocracia de la biología, una luciérnaga que guía el sentido poético del ser.
Escuchar música en Spotify alimenta el algoritmo. Para improvisar bien hay que estar muy preparado. La nostalgia la gobierna mi versión joven que aspiré ser y que en realidad no fui. El tiempo en el universo es infinito. Siempre somos niños, pero cada vez en cuerpos más viejos. La versión actual de la vida en el mundo es la fonética del código genético cuya etimología recorre un palíndromo.
No comprendemos la complejidad del cerebro y sin embargo lo utilizamos. La personalidad. Solo somos culpables en parte. Lo sentimientos se cuelan por los sentidos y cuando llegan a la consciencia, su madre, la inconsciencia, ya se se ha enterado. La inconsciencia está biológicamente omnipresente, en eso se parece a dios. Las dendritas son chivatas. El ambiente es el gran jardinero, nos poda y moldea. En cierto sentido, o en muchos, los hijos son una representación del narcisismo de sus padres. Somos el caballo de Troya del ADN. El amor empieza con una pérdida del control pero crece verdadero en la cesión del control. Lo contrario de ahorrar quizá no sea malgastar, si no desaprovechar; dejar en herencia es un error de cálculo, no dejes para mañana lo que puedas aprovechar hoy. Si todo es efímero es preferible explorar en su máximo potencial esta versión de la mudanza.
A pesar de todo lo que se pueda llegar a pensar, de que muchos han sido educados en la culpa y la vergüenza, la vida tiende a hacer lo mejor que puede. Madurar con salud significa descubrirse uno en la tolerancia a la incertidumbre; aspiro al consenso de poder discrepar. Es posible que nuestra época pase a la historia por su enorme capacidad de producir basura, que la gestión de su inevitable emisión sea el reto; antes que personas fuimos primates que a partir de un momento empezaron a pesar en sí mismos; no descarto que nuestra cultura sea la involución de un mono ansioso enjaulado.
Espero a que lleguen los comensales; espero. Suena una canción de Xoel López, siempre me ha parecido música de gafapasta, muy de festival, un poco juanpardista, lo imagino en un especial de Luar conmemorando algún año santo entre gaitas y gañanes, su pelo plateado y mirada intensa, brazos alzados y los coros de Caballo de Batalla. Guapo pero sin ser súper guapo, en ese punto previo en que uno se cree interesante. No sé, un despropósito de gorgoritos y unas letras como de opositor a auxiliar administrativo de corporación local, del mítico que sube fotos de la comida a instagram, del que los días de partido viste desde primera hora la camiseta de su equipo.
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