Vinilo, vi Nilo.

Recorriendo rutinas repetimos el camino, una y otra vez en círculos hacia un destino concéntrico, el eje del que parte la fuerza motriz expansiva, y en ese avanzar, aferrados a la inercia, ese carbono errante que somos, operando sobre esas extremidades virtuales en que se representa la consciencia intuitiva transformada en diamante, que en contacto con el surco iterativo del presente, reproduce el universal lenguaje de los dioses, la música.

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