Chiringuito
La vida se imita, el arte repite, la muerte nos devuelve.
Tejemos experiencias con hilos ajenos que tomamos prestados para siempre.
Cada vez que miro veo lo mismo de manera diferente. Cada vez que miro todo sigue igual.
Lo que permanece siempre se esconde por medio del cambio. Hay que prestar mucha atención, estar muy atento para ver cómo discurre su movimiento frenético.
Veo un cenicero en el que hay ceniza y una colilla. Veo un cenicero y creo estar viendo un espejo.
Al cigarro se le fue la esencia con el humo, se esfumó lo que fui.
Nacemos inocentes, el sabio es inocente, es por culpa de su inocencia que siempre está atento a lo que es para ser así.
Por la inocencia es que podemos ser.
Por la inocencia estamos abiertos al cambio.
El cambio es un tránsito.
La vida siempre transita de unos a otros, la vida en su tránsito sin fin que termina en nosotros.
Estas cosas que digo, son arenas de playa que se prenden de uno, se cuelan en bolsillos, en hendiduras y pliegues. Uno se sacude las arenas para que le dejen de picar. La experiencia es picor que rascar.
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