Kanguroo

Yo soy la fiesta a la que no me invitaste. 

El elefante en la habitación. 

¿Sócrates es apolíneo?

Creo que algo puede, de tan apolíneo que es, hacer surgir lo dionisíaco. Todo depende de la interpretación de los códigos representados. 

Pero a la inversa no ocurre lo mismo. De lo dionisíaco puede renacer lo apolíneo, pero no de su interpretación, sino de su caos. 

Esta idea no es mía, aunque creo en ella o se me podría haber ocurrido. Las matemáticas son el orden, pero la poesía también es otra forma de explicar. 

De hecho, si piensas en la paradoja que atormentó a Einstein, quizá los dados pueden ser la poesía de lo inefable, el misterio que el orden necesita desentrañar, la materia oscura. 

¿Shakespeare trata de manera apolínea todo lo dionisíaco?

Hace obras sobre las pasiones humanas con las que el lector/público puede identificarse y, de esta manera, introduce el logos en ese caos como mera representación. 

En la tragedia griega clásica se partía del mito y se llegaba inexorablemente al destino. En las obras dialécticas es la intriga sobre la que descansa la ilusión del libre albedrío. 

Mi destino fatal es saber, cuanto más conozco más sufro, pero más valoro la felicidad. 

No creo en la felicidad, creo en que el sufrimiento me hará reconocerla. 

Por lo general, la gran literatura se parece a la famosa salsa de la cocina china, su argumento es agridulce. 

Nos habla de cómo la bondad y la maldad pueden estar infinitamente juntas sin llegar a encontrarse, coexistir en la misma persona, en estado latente la una de la otra, para que un mero gesto o malentendido pueda desencadenar el despertar de su némesis. 

En el fondo, nuestras emociones siempre juegan al escondite unas con otras. 

Que poco se reconoce la tristeza en la alegría en el espejo de lo pretérito. 

El amor es el viajero nodriza que envolviendo a su cría como el canguro en su marsupio, alimenta la inevitable añoranza.

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