Hueco

Envejecemos porque tememos morir.  La edad provoca un profundo dolor que solo soportamos por el abismo de dejar de existir.  Sea esta vida la cruz en que se ha clavado mi personalidad.  Mí biografía, el escenario del presente. 

“Lo contrario de la mentira tampoco es verdad”. Sin la vida, el universo no sería nada.  La religión es una espiritualidad reglada. La consciencia nos regaló la fe.  La realidad es equivalente a la verdad, conceptos.  El maestro elige lo que existe.  Ser significa ser alumno. El animal transmite instintos, el humano, además, creencias.  La pregunta es la repuesta. La consciencia se parece a una creación de Paolo Vasile, un bucle del que hablar y hablar. ¿De verdad tienes algo que decir?

Por lo general, lo que se identifica como un problema que causa un malestar, una vez eliminado, deja el camino libre entre la persona y el malestar, que no deja de ser un espejo, pues tomado un ser en abstracción de lo demás, él, problema y malestar son lo mismo. Uno se mide por su tolerancia a la soledad. 

Los animales ocupan su vida realizando las funciones propias de la biología. Los humanos ocupan su tiempo atendiendo esa organización burocrática paralela con la que entretienen el universo de necesidades imaginarias; corren en cintas de gimnasios, escriben sobre historias inventadas, establecen horarios para comer en familia, rellenan formularios en computadoras y artefactos digitales.  Es como si no fueran capaces de enfrentar con serenidad el momento de la verdad de contemplar por medio de la consciencia humana a su propia soledad.  De reflexionar con valentía el camino que conduce desde el orgullo y la soberbia a la yerma vacuidad.  De calmar el océano por medio del arte, la poesía que encierran los átomos del agua cuyos enlaces representan fórmulas químicas de rima universal.