En trabajos de precisión cometía errores; en los creativos imaginaba que los fallos significaban alternativas posibles, incluso metáforas. Era de la opinión de que uno nunca se equivoca con la estrofa de un poema, que las variantes son opciones estéticas. De hecho, cuando una propuesta dejase más abierta la interpretación de su significado, más alto sería su estilo lírico. La ambigüedad es una puerta a la imaginación. Intentaba aferrarse a esto que se le escapaba de entre las manos.